domingo, 1 de septiembre de 2013

Ese sutil mecanismo de tortura que son los sueños

He soñado
que volvíamos de Vallecas en metro.
Con más gente.
Y que me abrazabas
por la espalda
y
apoyabas tu barbilla en mi cabeza. Nunca
he estado en tus abrazos
y hasta en sueños
sé lo bien que se está ahí.
Estoy loca.
Luego me dabas un beso
en cada comisura del labio.
Y yo
te besaba
en los tuyos.
Estábamos tan sorprendidos los dos..
Entonces yo
te preguntaba
por qué
y tú
me decías que estabas harto
de todo
y que te daba igual
el mundo.
Que tenías
en el alma
los restos de todos
los amores
que no has tenido
y
de todas las deudas
que aún les debes. A ellos.
Esa marca
era como el resto
pegajoso
que se queda al quitar una tirita
que lleva mucho tiempo
ahí.
Y habías decidido solucionarlo
con mis besos.
Como si ellos
mis besos,
fueran el mejor disolvente.

La nostalgia es
ese golpe
en el pecho,
que no sé cómo explicarte
y que por eso
duele el doble.

Y echar de menos
cosas que sólo ocurren
en sueños,
es peor golpe,
¿no crees?

Lo que me faltaba,
torturarme
hasta en sueños.

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