El problema es que contigo siempre construyo palacios de naipes los días de viento.
Acércate y mira el palacio que te he construido. La reina de corazones se enamoró de un soldado cualquiera. ¿y qué? He visto mayores imposibles cumplirse.
En mi palacio son las princesas las que matan dragones. Son los príncipes los que esperan melancólicos en las torres el regreso de ellas de sus terribles gestas. Princesas genocidas de dragones que lo único que han hecho mal es nacer con el alma de fuego y alas.
.. Alas. ¿Quién las tuviera? Creo que hacen falta más Ícaros en este mundo. Soñar con volar olvidando el suicidio, que es caer con las alas derretidas.
Es caer y caer y caer. Como mis castillos de naipes en tus días de viento.
No entiendo qué problema tiene la gente con el viento. Creo que no hay mayor expresión de libertad que el pelo revuelto gracias a él. Pero eso depende del tamaño de la celda de cada uno, claro.
Bueno, tú sigue con tu viento y déjame a mi las cartas, los castillos, los príncipes, dragones y princesas. Y sobre todo, mis ganas de soñar contigo.
.. La nostalgia es ese golpe en el pecho que no sé como explicarte y que por eso, duele el doble.
domingo, 19 de enero de 2014
Tus días de viento
lunes, 13 de enero de 2014
Veo
Veo Madrid y veo gente. Gente y más gente con caras de alfombra. Gente vencida con un desgastado 'bienvenido' pintado en la cara. Falso. Total, ¿quién querría ser bienvenido a una tormenta ajena?
No es que hayamos pasado un invierno, es que el frío de nuestros corazones se ha hecho cuidad.
Y entre tantos rostros de felpudo yo he encontrado un ángel. Tiene la sonrisa del Diablo y su corazón esta enterrado en una isla.
Le gusta la cerveza casi tanto como un buen libro. Le dije 'te quiero' y me abrazó. Me dijo que los ángeles estrellados como él no me podrían querer. Supongo que sí que es verdad que es un poco diablo.
No sabe que esa sonrisa es como el tiro de gracia, el de 'sí, he apuntado, disparado y ahora voy a dejar que te desangres'. Porque me quieres. Así entiende el amor mi ángel.
No entiende que yo podría hacer arden Madrid hasta hacer desaparecer este invierno de todos los corazones de rostros de felpudo. Tampoco entiende que podría recibir mil tiros de su sonrisa por un beso. Lo sé, yo tampoco podría entenderme.
Supongo que al final y al cabo, mi ángel no es tan ángel, puede que no sea ni un chico malo con una sonrisa tentadora.
Lo que sé es que el pecho tengo heridas de sus sonrisas y ningún beso suyo a la vista.