jueves, 4 de julio de 2013

Crisis de andar por casa.

He cambiado tanto, que ya ni sé como me gustan los cereales con la leche.
Recuerdo algo de que me gustaba crujientes, recién echados en la leche (caliente).
Y ahora.. Aqui estoy, esperando a que se queden blandos y prácticamente despedazados, en la leche (fría).
Tan blandos y hechos trozos como mi vida. Sí, es irónico que compare mi vida con un tazón lleno de cereales reblandecidos, sin consistencia. Totalmente ridículo.
Pero siguiendo con el paralelismo, me siento blanda, sin voluntad, rodeada de un (líquido) frío que lo envuelve todo. Y esperando a algo mucho mayor, que piensa engullirme sin ni siquiera pedir permiso.
Tengo 19 años y demasiadas resposabilidades para mi niña interior, que no sabe cómo quiere los cereales.

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